Niñata

Tú padre es un borracho. ¿Sabes? Óyeme bien niñata estúpida, tu padre es un jodido borracho, y ¿Sabes que más? Trataba de puta a tu madre, le pegaba y le chillaba, ¿sabes qué edad tenías tú mocosa? Sólo tres años. Tú hermana recién nacida y tú, lo viste.

No niegues nada, porque no puedes negarlo. Tienes la mente llena de recuerdos. Tú en la cuna y tus padres gritándose, tu padre le pega y ella llora. Tú en tu habitación oyendo como tu padre le chilla y le dices a tu hermana pequeña. No pasa nada, no es nada, mamá estará bien.

Papa se va a trabajar y tú, sales de tu habitación, toda la casa huele a alcohol y tú ves a tu madre llena de moratones, y llena de lágrimas. No es el mejor momento pero tú corres y te encierras en el baño. Y entonces lloras tú. Tu hermana no entiende nada. Y esa es la rutina desde que tenías cuatro años. Siempre creciste así, te señalaban con el dedo, ambos te echaban la culpa de todo. "tú" solían decir "tú tienes la culpa niñata". Solían pegarte y chillarte. Tu hermana no entiende nada aún. Tu madre aprendió a sufrir sola y a guardar dinero para sobrevivir, pues lo poco que teníais se lo gastaba el borracho de tu padre en la barra de un bar. Salías a la calle, a vivir, o mal vivir. Cómo quisieras llamarlo. Salías, estabas por ahí, no regresabas hasta bien entrada la noche, no querías volver a oler el alcohol entre las paredes de tu casa. No quieres volver a encerrarte. Por si fuera poco estás sola, en la calle ves a los niños pasar cogidos de la mano de sus padres. "Papá ¿qué cenaremos hoy?" "No sé cariño ¿qué quieres cenar?" "¡Patatas!". Y entonces ríen. Deseas una conversación así, por que las tuyas son algo parecido a "Niñata, cuando crezcas serás igual que tu madre" "Papa no digas eso" "No me contestes estúpida". Entonces alzaba su mano que seguramente pesaba dos quilos, o a ti te lo parecía, y te giraba la cara. Y luego te volvía a pegar. Tu pensabas, es lo normal, es lo normal, él siempre nos pega, a mí y a mamá.

Crecías con golpes moratones, y tu padre seguía en la barra de un bar, tu hermana pequeña nunca había sentido el miedo de encontrar a su padre borracho, pues ella nunca había sufrido un solo rasguño. Pero tú tenías miedo de ese hombre que volvía de un bar que se hacía llamar papá. Y ahora recuerda, él nunca te ha dado un beso, una caricia, el siempre que te ha rozado ha sido para pegarte. Cuando solías llevar ropa que tapara tu figura para no dejar ver los golpes.

Y cuando cumpliste los doce, te empezó a llamar gorda, si gorda. Porque era su deporte favorito, al fin y al cabo. Solo quería amargarte. Sólo quería hacerte sentir inferior. Te pegaba y cuando estabas maltrecha te insultaba, te llamaba gorda y te recordaba como de estúpida eras.

Luego dejaste de comer, porque él te llamaba gorda, porque todo el mundo lo hacía, porque eras una gorda estúpida que solo sabía llorar cuando su padre le pegaba.

4 comentarios:

Norae Lebowski dijo...

Joder, qué indignación más grande. Es de esas verdades que matan y además, poco se puede hacer.
:/

Keiko McCartney dijo...

Cada vez que lo leo se me ponen los pelos de punta...
ya sabes lo que opino de poner cosa semejante aquí u.u


Te quiero Len!

Anónimo dijo...

Me he quedado de piedra. Sólo me queda desear que NO hables por experiencia propia. Puf. Un relato directo y claro, increíble de todas formas.

Gracias por visitar mi blog, te sigo y me pasaré mucho más por aquí ahora que me he reincoporado :)
Un beso!

La Caperucita que se enamoró del lobo. dijo...

Que horrible es todo eso.
Crecer así tiene que ser algo tan malo...

Espero que no sea vivencia propia.
Un beso :*

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